El día cuatro de diciembre amaneció despejado, con cielos limpios, temperaturas frescas, que a lo largo del día subirían ligeramente, casi sin viento. En definitiva, unas condiciones magníficas para hacer una excursión a las dunas de Erg Chebbi.
Antes de desayunar, salí al exterior, y pude contemplar las instalaciones, del hotel, ya que cuando llegamos el día anterior era noche cerrada.
Una kasbah es una construcción tipo fortaleza, pero actualmente tiene función hostelera. La kasbah Chergui donde nos alojamos presentaba dos torres a su entrada, y está ubicada al margen de una carretera, a las afueras de Erfoud. Frente a la entrada, al otro lado de la carretera, una enorme planicie pedregosa, y más adelante alguna que otra kasbah a lo largo de la carretera.
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| Torrres a la entrada de la Kasbah Chegui |
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| Fachada principal del hotel Kasbah Chergui |
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| Entrada al hotel |
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| Al otro lado de la carretera, frente a nuestro hotel |
Seguidamente desayunamos e iniciamos nuestra excursión del día.
Los alrededores de Erfoud son enormes territorios desérticos, y la zona es rica en fósiles y minerales. Nuestra primera visita fue precisamente a un yacimiento de fósiles. Unas rocas en el suelo, de aspecto normal, resultaron poseer incrustaciones de numerosos fósiles. Al verter agua encima de la roca aumentaba el contraste entre el sustrato de la misma y los fósiles incrustados, de manera que casi mágicamente aparecían los fósiles a nuestra vista.
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| Camino a los yacimientos de fósiles |
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| Los alrededores de Erfoud. Enormes extensiones desérticas y rocosas |
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| Tienda de fósiles |
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| Llegada a un yacimiento de fósiles |
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| Incrustaciones de fósiles en una roca, que pueden apreciarse tras verter agua sobre su superficie |
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| Nuestro guía dando explicaciones sobre los yacimientos de fósiles |
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| Vendedor ambulante de artículos artesanos realizados con fósiles. |
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| Las piedras a mi espaldas están llenas de fósiles |
Finalizada nuestra visita a estos yacimientos reiniciamos la marcha para dirigirnos hacia un poblado bereber.
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| Recorriendo los alrededores de Erfoud |
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| Un inesperado "lugareño" pasa junto a nosotros |
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| El poblado está compuesto de sencillas construcciones de adobe |
Al llegar junto al poblado, estacionamos los vehículos y nos dedicamos a realizar algunas fotos, pues el lugar es realmente encantador y hermoso.
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| A lo lejos, las dunas del desierto |
A los pocos minutos de detenernos junto al poblado, un grupo de niños sale del mismo y se acercan inmediatamente hasta nosotros, esperando regalos, pues saben que los turistas suelen traerles pequeños presentes
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| Los niños del poblado se acercan hasta nosotros |
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| Los niños saben que los turistas suelen traer regalos para ellos |
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| Irene organiza los niños en fila para darles sus regalos |
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| Los niños siempre se muestran alegres y simpáticos ante las fotografías en todas las culturas |
Al rato y tras despedirnos de los niños, nos encaminamos directamente hacia las dunas. Pero antes de adentrarnos en las arenas nos detuvimos y bajamos la presión de la ruedas de los vehículos para mejorar la tracción y sustentación en las dunas.
Una de las primeras cosas que me impresionó fue las dimensiones de las dunas. Ya sabía que serían grandes, pero cuando las tienes ante ti y tomas contacto con sus verdaderas dimensiones no puedes dejar de asombrarte.
Los conductores, deseosos de un poco de conducción aventurera comenzaron a recorrer las enormes dunas.
Nuestro vehículo, conducido por Javi, comenzó a escalar una de estas verdaderas montañas, pero a mitad de la subida el vehículo quedó atrapado en las arenas y tuvimos que bajarnos del mismo todos excepto el conductor, a la espera de que los guías de la excursión acudieran a auxiliar a Javi en la maniobra.
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| Nuestro vehículo perdió tracción y quedó atrapado a mitad de la duna |
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| Uno de nuestros guías auxiliando a Javi en la maniobra |
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| Irene contempla algo preocupada la escena |
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| Los vehículos al fondo dan una proporción exacta de las dimensiones de la duna y la altura a la que nos encontrábamos |
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| Espectacular paisaje en el descenso de una duna |
Superado el pequeño incidente, que además no sería el único de la jornada, reiniciamos nuestra travesía por las dunas.
Ante nosotros se fue desplegando un sinfín de hermosos paisajes. Cada recodo, cada duna que superábamos, nos descubría una escena única. Podemos tener la impresión de que un paraje como el desierto es monótono, y que en cualquier dirección en la que mires encontrarás una vista repetida. Nada más lejos de realidad. Cada escena es única, distinta y maravillosa. Las arenas presentan una infinita variedad de tonalidades, desde el blanco deslumbrante provocado por el brillo del sol, a la oscura profundidad de las sombras, pasando por todos los tonos dorados y ocres que arranca la luz según el ángulo de incidencia. Fijaos en las fotografías y entenderéis lo que os digo: prácticamente cada foto tiene un tono distinto en la arena.
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| Los increíbles y bellos paisajes del desierto |
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| Nuestra travesía a traves de las dunas |
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| A veces, los vehículos parecen surfear en la arena |
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| Las huellas del fotógrafo. Aprovechando una parada subí una duna para obtener unas panorámicas |
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| Nuestros vehículos en la inmensidad del desierto. |
La jornada se fue desarrollando entre las arenas, alternando la conducción con breves paradas. Cada parada era aprovechada de manera distinta por cada uno: algunos conducían por las dunas más altas, otro simplemente disfrutaban del paisaje o estiraban las piernas, y yo por supuesto seguía haciendo fotos.
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| Un vendedor ambulante apareció de la nada, y fue siguiéndonos buena parte del trayecto. Viajaba en un antiguo ciclomotor. |
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| Superando las dunas |
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| Breves paradas en las arenas |
También nos detuvimos en la cima de una duna muy alta. Desde ella disfrutamos de unas vistas increíbles, y por supuesto algunos aprovecharon para disfrutar un descenso vertiginoso y otros para hacer fotografías.
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| En la cima de una altísima duna |
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| Accediendo al a cumbre |
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| Disfrutando de unas hermosas vistas |
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| El paisaje el desierto, siempre variado y sorprendente |
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| Teníamos la sensación de estar en mitad de la nada. |
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| Una caravana de vehículos, de otra excursión, pasa a lo lejos |
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| Entre el cielo más azul y la tierra más dorada. |
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| Sesión fotográfica |
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| Algunos compañeros de excursión nos esperaban al pie de la duna. |
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| Un recorrido alucinante |
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| El coche parece navegar sobre una ola |
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| Iniciando el descenso |
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| Prácticamente los vehículos se dejan "caer" por la pared de arena |
Tras descender, continuamos nuestro periplo, y de vez en cuando, aparecía detrás de una duna nuestro vendedor ambulante con su ciclomotor
Nueva parada para disfrutar del lugar...
Y al reiniciar la marcha otro de nuestros vehículos quedó bloqueado en la arena
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| Atrapado en la arena |
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| Momento en que el vehículo es liberado. Siempre hay que ir preparado para moverse por estos lugares |
Y nuevamente reiniciamos la marcha.
La mañana fue muy intensa, y las horas que pasamos desplazándonos por este mar de arena transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos.
Finalmente, llegamos a un oasis: Merzhouga. Nada en el horizonte lo anunciaba. Simplemente sobrepusimos una duna más... y allí estaba.
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| Llegada al oasis de Merzhouga |
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| El oasis de Merzhouga |
Cuando llegamos al oasis, éste bullía de actividad, pues allí se encontraban varios grupos de excursionistas.
Un gran rebaño de dromedarios descansaba en las inmediaciones, y numerosos vehículos subían y bajaban por las dunas del lugar.
Estos dromedarios, al poco rato de llegar nosotros, se pusieron en marcha conducidos por sus cuidadores y transportando a un numeroso grupo de excursionistas. Creo que se trataba del club Scorpio de Aventuras también de Melilla. Formaron una caravana que fue zigzagueando mientras salía del oasis y se perdía poco a poco en la línea del horizonte ofreciendo una sugerente y hermosa escena.
Aquí tenéis algunas escenas de los vehículos que se dedicaban a recorrer las inmediaciones del oasis, subiendo y bajando las enormes dunas que lo rodean.
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| Un motorista asciende vertiginosamente |
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| La estela de un cometa |
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| La violencia de algunas maniobras causan pequeños daños en el equipamiento del vehículo. |
Aprovechamos nuestra estancia en el oasis para comer un pequeño pic-nic que traíamos con nosotros a la sombra de las palmeras.
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| Comida en el oasis |
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| A la sombra |
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| Comida en el oasis |
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| Nuestros vehículos estacionados "a la sombra de una palmera" |
Finalizada la comida dediqué aún algunos minutos a curiosear las inmediaciones del oasis, y obtener algunas fotografías.
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| El parking |
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| Las palmeras de Merzhouga |
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| Enormes dunas rodean el oasis |
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| Un camellero sale del oasis |
Y fue en este momento cuando conseguí las que yo considera posiblemente las dos mejores fotografías de la jornada. Juzgad vosotros mismos.
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| El factor humano |
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| Desierto y luna |
Finalmente, volvimos a ponernos en marcha para afrontar el último trayecto de nuestro periplo por las arenas de Erg Chebbi. Casi inmediatamente uno de nuestros vehículos quedó estancado en la "cresta de una ola de arena".
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| Estancado en la cresta de la ola |
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| Al rescate |
Continuamos el camino, y volvimos a encontrarnos con el camellero que vimos salir del oasis de Merzhouga minutos antes.
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| Seguimos nuestra ruta |
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| Volvimos a encontrarnos con el camellero |
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| Pronto lo dejamos atrás |
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| En ruta |
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| Entre las olas de arena |
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| Detalle de las dunas |
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| Detalle de las dunas |
De nuevo, y esta vez fue la última, uno de nuestros vehículos sufrió un pequeño percance en la arena. Esta vez, al desmontar una pequeña pendiente, la rueda trasera izquierda del vehículo en el que yo viajaba sufrió una fuerte torsión y se salió la cubierta de la llanta. Manos a la obra, y avería superada.
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| La huella de nuestro recorrido |
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| Avería |
Por fin llegamos al final de nuestro camino entre las dunas. Bueno, al menos del recorrido que teníamos programado hacer en vehículos todo terreno, porque aún quedaba una última experiencia: alquilamos unos camellos para ascender a una alta duna desde la que contemplar la puesta de sol sobre las arenas del desierto.
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| Irene eligiendo dromedario |
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| Preparados... y a pasear en dromedario |
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| Nuestro grupo inicia la marcha en otro tipo de vehículo |
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| Estos vehículos no quedan atrapados en la arena |
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| Las sombras se alargan en la tarde |
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| Una foto para el recuerdo |
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| Los dromedarios son estacionados |
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| La última fase del camino, para ascender la duna elegida, se hace a pie |
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| Hermosa estampa |
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| Una duna muy concurrida |
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| Irene bromea con nuestro guía camellero |
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| Vamos ascendiendo la duna |
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| Esta foto también es una de las mejores del día |
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| Erg Chebbi, al atardecer |
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| Llegamos a la cima |
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| Irene junto al grupo, disfrutando del ocaso |
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| Nuestros guías también disfrutan del atardecer |
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| Nuestro grupo, en la cima del desierto |
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| Todo un espectáculo |
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| Un grupo de dromedarios con turistas pasa a lo lejos |
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| Esta escena, también fue una de las más bellas del día |
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| La luna sobre el desierto |
Una vez el sol se ocultó totalmente bajo el horizonte, iniciamos el descenso de la duna entre juegos y bromas.
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| Esta imagen parece tomada en otro planeta |
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| El reencuentro de Irene con su dromedario |
Finalizada la excursión del día, regresamos al hotel, donde disfrutamos de la cena y un merecido descanso. Esta imagen de Irene resume perfectamente la intensidad del día vivido y del cansancio acumulado.
Al día siguiente, nos esperaba otra larga excursión...
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