viernes, 29 de abril de 2011

Decimos "Padre"


Decimos “Padre
porque vida engendras,
porque cuidas de tus hijos,
con ellos sufres y su dolor consuelas.




Decimos “Nuestro
cuando todos podemos amarte
en la comunión de hijos
que se reúnen en el Padre.

Decimos “que estás en el cielo
cuando aquí en la tierra
aceptamos que otra realidad
más profunda nos espera. 

Decimos “Santificado sea tu Nombre
cuando de obra y de palabra
te otorgamos honor y gloria,
y de nuestra vida hacemos tu alabanza.
  
Decimos “Venga a nosotros tu Reino
cuando somos dóciles a tu gobierno,
cuando la verdad está presente
y tu amor lo hacemos eterno.

Decimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo
cuando la aceptamos sin reservas ni recelos,
cuando nos esforzamos en conocerla
y conociéndola, la hacemos.

Decimos “Danos hoy nuestro pan de cada día
cuando todo hombre recibe alimento,
cuando luchamos contra el hambre y la sed,
que el hermano padece en su espíritu o su cuerpo.

Decimos “Perdona nuestras ofensas
cuando reconocemos nuestro error
y no dejamos que la soberbia lo justifique
sino que rectificamos y lo confiamos a tu amor.

Decimos “como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
cuando no hacemos de la razón un arma
que arrojar al rostro del hermano equivocado
sino ocasión para reafirmar la confianza.

Decimos “No nos dejes caer en la tentación
cuando deseamos el bien que no hacemos
y realizamos el mal que no deseamos
pero a tu bondad nos encomendamos.

Decimos “Líbranos del mal
cuando no te acusamos
del mal que causamos,
y en el mal que no entendemos
tu consuelo esperamos.

Decimos “Amén
cuando en todo te buscamos,
en la verdad vivimos
y tu Palabra aceptamos.


miércoles, 27 de abril de 2011

Simetría del árbol

Hay árboles de simétrica presencia
que revelan sin embargo
su vegetal naturaleza.
Aferrados al asfalto
con enraizado abrazo
de vital desesperación
yerguen su quebrado crecimiento
incólumes y estáticos
hacia el azul espejo
de su libertad no conquistada.
Manos alzadas,
desesperado gesto de una súplica:
alcanzar otros horizontes.
Pero los árboles cumplen su destino
de vida cautiva,
de presencia inamovible,
anclados siempre al fondo de la ciudad
en estética distribución urbana.
¿Lloran los árboles?
¿Su dramática silueta
esconde lágrimas inconfesables?
Los árboles no lloran,
sólo suspiran en el viento...

Todavía no.

Son las tres o las tres y media de la madrugada. O eso creo por el nivel de irritación de mis ojos y el dolor de mis riñones, que no consiguen convencer al respaldo del sillón que ellos han sido diseñados para ofrecer descanso, pero nada, se empeñan en hostigar mi espalda con posturas imposibles que espantan cualquier posibilidad de descanso. Me incorporo y caigo en la cuenta de que no me he despertado por la mala postura. Son las tres cuarenta y dos y estoy en el hospital, junto a la cama de mi madre enferma.

Alguien grita. Es un grito entre apagado y desgarrado, casi gutural, pero no parece de alguien enfermo, sino de alguien completamente desconsolado y lastimado en lo mas profundo de su ser.

Otra muerte... ¿Cuántas van ya? He perdido la cuenta. Dos o tres por semana, y llevamos nueve semanas aquí. Por supuesto que, gracias a Dios, no he sido consciente de todas las que se han producido.

La muerte en el hospital se desliza como una sombra casi invisible y no se hace patente sino en signos muy sutiles y variados. Pero basta con prestar un poco de atención a los detalles e inmediatamente se descubren sus huellas...

...Una cama vacía. ¿Ayer no estaba en ella esa señora que casi no hablaba?. Yo creo que no le han podido dar el alta, estaba muy mal. Y caes en la cuenta. ¿Alta? Baja definitiva más bien.

...Un grito en la noche, un lamento ahogado... y sollozos que se apagan. Silencio. Silencio. ¿En qué habitación ha sido?. Mañana habrá un nuevo ingreso.

...Un cambio inesperado de habitación. Te llevan a una habitación en la que no hay nadie más. ¡Qué comodidad! Toda una habitación para ti y tus familiares... Bueno, bien está morir con algo de comodidad e intimidad.

...Un familia que llora y solloza, y que no ves al día siguiente...

...Un comentario susurrado entre enfermeras y que has alcanzado a escuchar por casualidad. Un comentario que lamenta la falta de mejoría. Es una pena. Y el desenlace se produce en pocas horas.

Es de madrugada. Y mi madre duerme suavemente. Su respiración es profunda y pausada. Y me vuelvo al sillón, maldiciendo el funcionario que aprobó su compra.

Todavía no, me digo. Ella no.

Pero no puedo evitar una sombra de duda. 

"Todavía no..."

Y no sé si es una afirmación esperanzada, una súplica silenciosa, o un miedo inconfesable.



martes, 26 de abril de 2011

A modo de presentación

Internet es una playa inmensa, permítaseme la facilona comparación. Pero es que ciertamente es así. Es una playa cuya arena la forman innumerables escritos, imágenes, vídeos, y hasta un sinfín de elementos variados y variopintos cuyo denominador común no es otro que su encapsulación binaria y distribución digital, y cuyo horizonte aún no alcanzamos a ver, pues asombrados por la continua innovación de sus capacidades, casi estamos convencidos de que su crecimiento no sólo seguirá siendo exponencial, sino ilimitado. En esta playa digital, la arena no cesa de crecer y cambiar, barrida constantemente bien por las aguas de hermosas ideas o por el viento de innombrables intenciones. Y así, cual distraido paseante por sus orillas, todo internauta puede curiosear sus páginas, y constatar la profusión de inacabados proyectos que nacen y son abandonados. Algunos muestran una belleza inusual y brillan con la hermosura de lo que pudo haber llegado a ser y no fue, o con la fuerza creadora de un espíritu emprendedor y dinámico. Otros son mera inmundicia, que de todo se encuentra esparcido en las arenas de la playa. Pero esa es la grandeza de Internet: todo cabe. Internet es capaz de revelarnos lo mejor y lo peor del espíritu humano, sus grandezas más sublimes y sus miserias más inconfesables.

Y en esas arenas he venido a depositar estas páginas, aunque debo confesar que sin tener muy clara su naturaleza o intención, ni aún su objetivo o destino último. Ni siquiera soy capaz de asegurar que culminarán su nacimiento y crecimiento con un mínimo de constancia y mucho menos de éxito o calidad. Me conformaré con que habiten por un tiempo indefinido estas playas, contribuyendo al inmenso mosaico de ideas creativas y prometedores proyectos que la conforman. Si algún paseante descubre en ellas alguna caracola o concha de inusual belleza u originalidad, y decide por un momento detenerse a contemplarla, me daré por satisfecho. Bastará con que acerque a sus oídos las palabras que encierra la caracola para escuchar el inmenso mar de ideas y sentimientos que la habitan.