domingo, 7 de diciembre de 2014

Volubilis

El domingo día 23 de noviembre estaba programado para realizar la visita a Volubilis, yacimiento arqueológico ubicado a 20 kilómetros al norte de Meknes. Es la ciudad romana mejor conservada de todo el norte de Africa.



Volubilis fue fundada en el siglo III a.C., como tantas otras ciudades de la antigüedad, por los cartagineses. Inicialmente fue conocida con el nombre de Oualili, vocablo que hacía referencia a una flor en forma de campanilla autóctona de aquellos parajes. En el siglo I de nuestra era pasa formar parte del Imperio Romano, integrada en la provincia de la Mauritania Tingitana. Su principal actividad económica fue la producción y comercialización del aceite, existiendo en el yacimiento aqueológico interesantes restos de las almazaras utilizadas.

A finales del siglo III d.C. comienza el declive de la ciudad, al retirarse los funcionarios romanos. No obstante, la ciudad continuó habitada hasta la llegada de los árabes en el siglo VII. En el siglo XVIII el sultán Mulay Ismail utilizará numeosos materiales de los grandes edificios de Volubilis para la construcción de su palacio imperial en Mequinez. Finalmente, en 1755, debido al terremoto de Lisboa, la ciudad queda totalmente despoblada.

Llegamos a Volubilis tras recorrer los 20 kilómetros que la separan de Mequinez, y tras superar los montes que la circundan los primeros signos de su presencia pueden contemplarse desde la distancia, pues algunos de sus edificios más emblemáticos se yerguen magníficos en el horizonte.

La ciudad santa de Sidi Idris

Volubilis desde la carretera


La carretera pasa a los pies de la ciudad santa de Sidi Idriss, que desde la distancia presenta un agrupamiento de viviendas cuya silueta recuerda vagamente la figura de un dromedario.

Hay dos aspectos que sorprenden inevitablemente a todo visitante de Volubilis: en primer lugar, las enormes dimensiones de la ciudad, en la que es posible pasear por su calle principal (decumano máximo), visitar sus templos religiosos, barrios residenciales, zona administrativa, muros exteriores, baños públicos, e incluso un prostíbulo. En segundo lugar, y no por ello menos importante y atrayente, sus mosaicos. Impresionantes, conservados con una frescura embriagadora. Colores y formas se presentan a nuestros ojos evocando los ambientes que decoraron, abriendo prácticamente una invisible puerta que nos traslada a aquellos remotos tiempos con una nitidez que te hace dudar de su autenticidad. Están allí, hermosos, coloridos, a tus pies, embajadores de una civilización que floreció hace dos mil años, y que sin embargo hoy permanecen casi inalterados, ajenos a los siglos transcurridos, pese a su desnudez ante los elementos climáticos. Es increíble constatar la casi perfecta conservación de estos mosaicos que se encuentran a la intemperie.

Es muy recomendable realizar la visita con guía, pues así será más fácil disfrutar de la riqueza histórico-arqueológica del yacimiento.

Nuestra visita guiada a la ciudad duró aproximadamente dos horas y media.

Centro de visitantes

Accediendo a la ciudad



Mosaicos






Detalle de mosaicos

Almazara para prensado de aceite

Templo de Júpiter




Basílica

Basílica

Basílica

Basílica

Basílica

Basílica




Fuente pública usada para el lavado de ropa

Fuente pública usada para el lavado de ropa

Arco de Caracalla

Prostíbulo

Arco de Caracalla

Baños públicos

Baños públicos

Detalle de mosaicos

Mosaicos






Detalle de mosaicos




La flor que da nombre a la ciudad

Restos del cementerio extramuros


Finalizada la visita a esta increíble joya de la arqueología marroquí, nos dirigimos a la ciudad de Fez, donde únicamente nos detuvimos para comer. Y lo hicimos en un restaurante junto a la inmensa medina de esta ciudad, pero el horario no da para más, y no era posible realizar una visita. Queda para otra ocasión de la que espero poder participar y que ojalá no esté muy lejos en el tiempo.

Restaurante Palais Medina en Fez



Y para acabar, el enlace al colección completa de fotografías.




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