martes, 10 de febrero de 2015

Viaje al desierto de Erg Chebbi (2ª Parte). Un día entre las dunas

El día cuatro de diciembre  amaneció despejado, con cielos limpios, temperaturas frescas, que a lo largo del día subirían ligeramente, casi sin viento. En definitiva, unas condiciones magníficas para hacer una excursión a las dunas de Erg Chebbi.

Antes de desayunar, salí al exterior, y pude contemplar las instalaciones, del hotel, ya que cuando llegamos el día anterior era noche cerrada.



Una kasbah es una construcción tipo fortaleza, pero actualmente tiene función hostelera. La kasbah Chergui donde nos alojamos presentaba dos torres a su entrada, y está ubicada al margen de una carretera, a las afueras de Erfoud. Frente a la entrada, al otro lado de la carretera, una enorme planicie pedregosa, y más adelante alguna que otra kasbah a lo largo de la carretera.

Torrres a la entrada de la Kasbah Chegui
Fachada principal del hotel Kasbah Chergui


Entrada al hotel

Al otro lado de la carretera, frente a nuestro hotel


Seguidamente desayunamos e iniciamos nuestra excursión del día.

Los alrededores de Erfoud son enormes territorios desérticos, y la zona es rica en fósiles y minerales. Nuestra primera visita fue precisamente a un yacimiento de fósiles. Unas rocas en el suelo, de aspecto normal, resultaron poseer incrustaciones de numerosos fósiles. Al verter agua encima de la roca aumentaba el contraste entre el sustrato de la misma y los fósiles incrustados, de manera que casi mágicamente aparecían los fósiles a nuestra vista.

Camino a los yacimientos de fósiles
Los alrededores de Erfoud. Enormes extensiones desérticas y rocosas


Tienda de fósiles
Llegada a un yacimiento de fósiles

Incrustaciones de fósiles en una roca, que pueden apreciarse tras verter agua sobre su superficie

Nuestro guía dando explicaciones sobre los yacimientos de fósiles

Vendedor ambulante de artículos artesanos realizados con fósiles.

Las piedras a mi espaldas están llenas de fósiles


Finalizada nuestra visita a estos yacimientos reiniciamos la marcha para dirigirnos hacia un poblado bereber.

Recorriendo los alrededores de Erfoud

Un inesperado "lugareño" pasa junto a nosotros

El poblado está compuesto de sencillas construcciones de adobe

Al llegar junto al poblado, estacionamos los vehículos y nos dedicamos a realizar algunas fotos, pues el lugar es realmente encantador y hermoso.





A lo lejos, las dunas del desierto

A los pocos minutos de detenernos junto al poblado, un grupo de niños sale del mismo y se acercan inmediatamente hasta nosotros, esperando regalos, pues saben que los turistas suelen traerles pequeños presentes

Los niños del poblado se acercan hasta nosotros

Los niños saben que los turistas suelen traer regalos para ellos

Irene organiza los niños en fila para darles sus regalos

Los niños siempre se muestran alegres y simpáticos ante las fotografías en todas las culturas

Al rato y tras despedirnos de los niños, nos encaminamos directamente hacia las dunas. Pero antes de adentrarnos en las arenas nos detuvimos y bajamos la presión de la ruedas de los vehículos para mejorar la tracción y sustentación en las dunas.

Una de las primeras cosas que me impresionó fue las dimensiones de las dunas. Ya sabía que serían grandes, pero cuando las tienes ante ti y tomas contacto con sus verdaderas dimensiones no puedes dejar de asombrarte.

Los conductores, deseosos de un poco de conducción aventurera comenzaron a recorrer las enormes dunas.


Nuestro vehículo, conducido por Javi, comenzó a escalar una de estas verdaderas montañas, pero a mitad de la subida el vehículo quedó atrapado en las arenas y tuvimos que bajarnos del mismo todos excepto el conductor, a la espera de que los guías de la excursión acudieran a auxiliar a Javi en la maniobra.

Nuestro vehículo perdió tracción y quedó atrapado a mitad de la duna

Uno de nuestros guías auxiliando a Javi en la maniobra

Irene contempla algo preocupada la escena

Los vehículos al fondo dan una proporción exacta de las dimensiones de la duna y la altura a la que nos encontrábamos

Espectacular paisaje en el descenso de una duna

Superado el pequeño incidente, que además no sería el único de la jornada, reiniciamos nuestra travesía por las dunas. 

Ante nosotros se fue desplegando un sinfín de hermosos paisajes. Cada recodo, cada duna que superábamos, nos descubría una escena única. Podemos tener la impresión de que un paraje como el desierto es monótono, y que en cualquier dirección en la que mires encontrarás una vista repetida. Nada más lejos de realidad. Cada escena es única, distinta y maravillosa. Las arenas presentan una infinita variedad de tonalidades, desde el blanco deslumbrante provocado por el brillo del sol, a la oscura profundidad de las sombras, pasando por todos los tonos dorados y ocres que arranca la luz según el ángulo de incidencia. Fijaos en las fotografías y entenderéis lo que os digo: prácticamente cada foto tiene un tono distinto en la arena. 

Los increíbles y bellos paisajes del desierto

Nuestra travesía a traves de las dunas

A veces, los vehículos parecen surfear en la arena

Las huellas del fotógrafo. Aprovechando una parada subí una duna para obtener unas panorámicas

Nuestros vehículos en la inmensidad del desierto.


La jornada se fue desarrollando entre las arenas, alternando la conducción con breves paradas. Cada parada era aprovechada de manera distinta por cada uno: algunos conducían por las dunas más altas, otro simplemente disfrutaban del paisaje o estiraban las piernas, y yo por supuesto seguía haciendo fotos.



Un vendedor ambulante apareció de la nada, y fue siguiéndonos buena parte del trayecto. Viajaba en un antiguo ciclomotor.

Superando las dunas

Breves paradas en las arenas


También nos detuvimos en la cima de una duna muy alta. Desde ella disfrutamos de unas vistas increíbles, y por supuesto algunos aprovecharon para disfrutar un descenso vertiginoso y otros para hacer fotografías.

En la cima de una altísima duna

Accediendo al a cumbre

Disfrutando de unas hermosas vistas

El paisaje el desierto, siempre variado y sorprendente

Teníamos la sensación de estar en mitad de la nada.

Una caravana de vehículos, de otra excursión, pasa a lo lejos

Entre el cielo más azul y la tierra más dorada.

Sesión fotográfica

Algunos compañeros de excursión nos esperaban al pie de la duna.

Un recorrido alucinante

El coche parece navegar sobre una ola

Iniciando el descenso

Prácticamente los vehículos se dejan "caer" por la pared de arena
Tras descender, continuamos nuestro periplo, y de vez en cuando, aparecía detrás de una duna nuestro vendedor ambulante con su ciclomotor














Nueva parada para disfrutar del lugar...




Y al reiniciar la marcha otro de nuestros vehículos quedó bloqueado en la arena

Atrapado en la arena

Momento en que el vehículo es liberado. Siempre hay que ir preparado para moverse por estos lugares
Y nuevamente reiniciamos la marcha.

La mañana fue muy intensa, y las horas que pasamos desplazándonos por este mar de arena transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos.








Finalmente, llegamos a un oasis: Merzhouga. Nada en el horizonte lo anunciaba. Simplemente sobrepusimos una duna más... y allí estaba.

Llegada al oasis de Merzhouga

El oasis de Merzhouga
Cuando llegamos al oasis, éste bullía de actividad, pues allí se encontraban varios grupos de excursionistas. 

Un gran rebaño de dromedarios descansaba en las inmediaciones, y numerosos vehículos subían y bajaban por las dunas del lugar.








Estos dromedarios, al poco rato de llegar nosotros, se pusieron en marcha conducidos por sus cuidadores y transportando a un numeroso grupo de excursionistas. Creo que se trataba del club Scorpio de Aventuras también de Melilla. Formaron una caravana que fue zigzagueando mientras salía del oasis y se perdía poco a poco en la línea del horizonte ofreciendo una sugerente y hermosa escena.





Aquí tenéis algunas escenas de los vehículos que se dedicaban a recorrer las inmediaciones del oasis, subiendo y bajando las enormes dunas que lo rodean.

Un motorista asciende vertiginosamente

La estela de un cometa

La violencia de algunas maniobras causan pequeños daños en el equipamiento del vehículo.
Aprovechamos nuestra estancia en el oasis para comer un pequeño pic-nic que traíamos con nosotros a la sombra de las palmeras.

Comida en el oasis

A la sombra

Comida en el oasis

Nuestros vehículos estacionados "a la sombra de una palmera"
Finalizada la comida dediqué aún algunos minutos a curiosear las inmediaciones del oasis, y obtener algunas fotografías.

El parking


Las palmeras de Merzhouga

Enormes dunas rodean el oasis

Un camellero sale del oasis
Y fue en este momento cuando conseguí las que yo considera posiblemente las dos mejores fotografías de la jornada. Juzgad vosotros mismos.

El factor humano

Desierto y luna



Finalmente, volvimos a ponernos en marcha para afrontar el último trayecto de nuestro periplo por las arenas de Erg Chebbi. Casi inmediatamente uno de nuestros vehículos quedó estancado en la "cresta de una ola de arena".

Estancado en la cresta de la ola

Al rescate

Continuamos el camino, y volvimos a encontrarnos con el camellero que vimos salir del oasis de Merzhouga minutos antes.

Seguimos nuestra ruta

Volvimos a encontrarnos con el camellero

Pronto lo dejamos atrás

En ruta

Entre las olas de arena

Detalle de las dunas

Detalle de las dunas

De nuevo, y esta vez fue la última, uno de nuestros vehículos sufrió un pequeño percance en la arena. Esta vez, al desmontar una pequeña pendiente, la rueda trasera izquierda del vehículo en el que yo viajaba sufrió una fuerte torsión y se salió la cubierta de la llanta. Manos a la obra, y avería superada.

La huella de nuestro recorrido

Avería

Por fin llegamos al final de nuestro camino entre las dunas. Bueno, al menos del recorrido que teníamos programado hacer en vehículos todo terreno, porque aún quedaba una última experiencia: alquilamos unos camellos para ascender a una alta duna desde la que contemplar la puesta de sol sobre las arenas del desierto.

Irene eligiendo dromedario

Preparados... y a pasear en dromedario

Nuestro grupo inicia la marcha en otro tipo de vehículo

Estos vehículos no quedan atrapados en la arena





Las sombras se alargan en la tarde

Una foto para el recuerdo

Los dromedarios son estacionados

La última fase del camino, para ascender la duna elegida, se hace a pie

Hermosa estampa

Una duna muy concurrida

Irene bromea con nuestro guía camellero

Vamos ascendiendo la duna

Esta foto también es una de las mejores del día

Erg Chebbi, al atardecer

Llegamos a la cima

Irene junto al grupo, disfrutando del ocaso

Nuestros guías también disfrutan del atardecer

Nuestro grupo, en la cima del desierto

Todo un espectáculo

Un grupo de dromedarios con turistas pasa a lo lejos

Esta escena, también fue una de las más bellas del día

La luna sobre el desierto


Una vez el sol se ocultó totalmente bajo el horizonte, iniciamos el descenso de la duna entre juegos y bromas.





Esta imagen parece tomada en otro planeta

El reencuentro de Irene con su dromedario


Finalizada la excursión del día, regresamos al hotel, donde disfrutamos de la cena y un merecido descanso. Esta imagen de Irene resume perfectamente la intensidad del día vivido y del cansancio acumulado.




Al día siguiente, nos esperaba otra larga excursión...

No hay comentarios:

Publicar un comentario