lunes, 2 de febrero de 2015

Viaje al desierto de Erg Chebbi. La ruta hasta Erfoud

En diciembre de 2011 tuve la oportunidad de disfrutar de un fin de semana en el desierto marroquí de Erg Chebbi. Un día de viaje, dos días de excursiones en la zona de Erfoud y las dunas de Erg Chebbi, con tres noches de estancia en una Kasbah de Erfoud, y el cuarto de día ruta de regreso hasta Melilla. 

Como siempre realicé muchísimas fotos, que revisé rápidamente en los días posteriores, regalé algunas a mis compañeros de viaje, las tuve dando vueltas por los salvapantallas y fondos de escritorio, y finalmente quedaron guardadas en un disco duro. Y ahora he decidido recuperarlas, procesarlas un poco y compartirlas. 



Aquel viaje lo realizamos en vehículos todo terreno, guiados por una agencia melillense con la que contratamos el viaje. Yo viajé en el vehículo de mis amigos Javi e Irene lo que me dio la oportunidad de hacer muchísimas fotos desde el coche en marcha durante la ruta. Ya sabéis que me apasiona ese tipo de fotografía por cuanto tiene de casual y de dificultad técnica, pero que te permite recoger los distintos paisajes que se van sucediendo por la ventana, retratar escenas costumbristas también, si queréis, pues Marruecos ofrece el exotismo de un mundo rural que se va perdiendo en España, y que allí pervive aún con una frescura y autenticidad sorprendentes. 

Salimos de Melilla el día 3 de diciembre, y por delante nos esperaba un viaje de más de 600 kilómetros. Eso supone muchas horas de conducción, pues las carreteras por las que atravesamos no siempre estaban en las mejores condiciones. Algunos tramos serían firmes candidatos a ser cerrados al tráfico rodado en muchísimos lugares de Europa. Pero Marruecos es Marruecos, y pese a la mala conservación de algunas carreteras reconozco que tampoco tuve la sensación de peligro. Simplemente hay que ser prudentes.

A mediodía paramos en un pueblo, a las afueras del cual existe un pequeño restaurante en el que comimos lo que nosotros llevábamos, y consumimos la bebida, todo ello previo acuerdo con el propietario.




Hay una carretera de incontables kilómetros y popularmente conocida con el muy descriptivo nombre de la "Interminable". Y parecía serlo.


Una carretera que hace honor a su nombre: la Interminable. 

Su otra característica es su pésimo estado de conservación. No tiene casi señalización vertical ni horizontal, sin arcén, sin iluminación. Y en un momento dado atravesamos un puente que daba vértigo, no por la altura, sino por su estado. Juzgad vosotros mismos.



Por supuesto, tuve ocasión de captar esos magníficos instantes de la vida rural en Marruecos.

Jóvenes campesinas acarreando leña en mulos.

Las cigüeñas hacen sus nidos en los minaretes de las mezquitas

Prioridad de paso

Vehículo de carga

Una abundante carga de.... hierbas (qué ignorante soy del mundo rural)



Poco a poco, en el horizonte aparecieron las altas formas de unas montañas  nevadas, y las temperaturas fueron cayendo poco a poco, y el tiempo empeorando.

Las montañas nevadas se dibujan a lo lejos


Un pastor con su rebaño contempla el paso de nuestros vehículos

En un momento dado, nuestro guía dejó la comodidad de las carreteras asfaltadas y nos adentró por unas pistas por las que rodamos durante varios kilómetros, supongo que por acortar camino, o simplemente por disfrutar de la conducción 4x4.

Tomando una pista

El recorrido por la pista con las montañas al fondo.



Cuando volvimos a la carretera, el tiempo era ya descaradamente tempestuoso.




Y llovió agua nieve.

Un fuerte aguacero, que también traía nieve.


Por fin el tiempo mejoró, tras dejar atrás las montañas.



A media tarde hicimos una parada en una típica Kasbah, junto a la carretera. El día había mejorado mucho, tanto que las fotos no parecen que correspondan a la misma jornada.

Paisaje junto a la Kasbah donde paramos a media tarde. Un cielo soleado que nada tiene que ver con la pequeña tempestad que nos recibió al cruzar las montañas


Kasbah donde merendamos aquella tarde.
Patio interior

Salones de la Kasbah
Seguimos nuestra ruta, y el paisaje sigue cambiando vertiginosamente. En un momento dado, atravesamos unas montañas. La carretera había sido prácticamente excavada en la roca.

Impresionantes rocas forman una pared junto a la carretera

Un túnel conocido como Túnel del Francés.

Túnel del Francés. Supongo que el nombre de este túnel tendrá una historia. Pero la ignoro.

La tarde empieza a declinar. 

Pueblo oculto entre palmeras al pie de un monte


Finalmente cayó la tarde, y fue un atardecer precioso que me permitió sacar las últimas fotos de la ruta, pues a los pocos minutos la falta de luz haría imposible tomar más fotos con el coche en movimiento.





Cuando llegamos a Erfoud era noche cerrada. Y recuerdo que me impresionó la cantidad de peatones que circulaban por los inexistentes arcenes de las carreteras sin iluminación. Las luces de nuestros coches revelaban la presencia de personas que caminaban por la carretera, tranquilamente, como la cosa más natural del mundo, y en cuanto las sobrepasábamos quedaban otra vez enterradas en la oscuridad, continuando su camino. Es increíble que no se produjera un atropello a cada momento. 

Y por fin llegamos al hotel Kasbah Chergui en Erfoud. Fuimos recibidos por un alegre grupo floklórico que tocaban instrumentos tradicionales de percusión y viento. También nos recibió un camarero con atuendo bereber que nos ofreció té y pastas de bienvenida. Son pequeños detalles preparados para los turistas que dan su encanto y toque exótico a la llegada de muchos hoteles en Marruecos.

Bienvenidos al hotel Kasbah Chergui

Un te de bienvenida

Hacía frío

Esto me lo encontré en el patio del hotel. No me preguntéis que hacía allí.

Camarero bereber ofreciendo el te de bienvenida. Podías entenderte con él en inglés.

Esta es la escena a nuestra llegada al hotel

Salón de llegada al hotel
Acabamos el día instalandonos en las habitaciones y cenando, para después compartir unos minutos de descanso en los salones del hotel.

Unas habitacioness amplias y cómodas

Curioseando en la tienda de souvenirs del hotel

La tienda

Irene bromea con los complementos de la tienda

Antes de la cena paseamos por las instalaciones del hotel

Camino del comedor

El comedor

La cena es tipo buffet

Después de un largo viaje en coche las mujeres acogen con alegría una cena variada y bien presentada

Y teníamos hambre, sobre todo Irene

Salones para relajarse en compañia de los amigos.

Después de cenar charlamos durante un buen rato en los salones


Al día siguiente, nos esperaba una excursión en todoterreno a las dunas de Erg Chebbi.


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